jueves, 17 de abril de 2008

Lhasa - Kathmandu.


En unos meses en los que esta tan de actualidad este país, Tíbet, os quiero contar lo que fue mi experiencia. En septiembre de 2005 tomé un avión que me llevaría primero a Kathmandú y tras 2 días gestionando mi visado para Tíbet, tomaría otro avión a Lhasa, su capital. Un año antes, un compañero de trabajo, Julian Beraza, recién llegado de Nepal, nos contó, que había contactado con una agencia que gestionaba los visados para Tíbet, con la particularidad que dicho visado te permitía moverte libremente por el país, sin necesidad de un viaje organizado. Amen !!!! Dicho y hecho, tras un año de preparativos, e intentar comerle la cabeza algunos amigos para que viniesen..., al final solo !!!. La verdad es que es difícil convencer a alguien, cuando le cuentas que toda la ruta se mantiene por encima de los 4.400m, se asciende a 5 puertos por encima de los 5000 m, hay que badear ríos y que en bastantes ocasiones te metes en el barro hasta media tibia. Ah !! por cierto !! no os he dicho que la ruta se hace en bici y supera los 1200 km. Suena a ruta dura, pero la parte buena de la ruta, es que llegas hasta el Campo Base del Everest, admirando su cara norte, ves la vertiente tibetana del Cho-Oyu, Makalu, Shisha-Pangma y el ya citado Everest, todo montañas por encima de los 8.000 m. Recuerdos maravillosos..., como la noche que pasé dentro del Monasterio del Rhombuk, durmiendo en la habitación de los monjes. O los dos irlandeses que viajaban a dedo, uno con traje de ejecutivo, y botas, y su compañero con bombín. Espero que os guste el relato de este viaje.

Tras 48 horas desde que salí de Vitoria, por fin he llegado a Kathmandu, capital de Nepal, el país de las grandes montañas y los sueños de muchos montañeros. Nada más bajarme del avión, lo primero, pagar el visado, después recoger el equipaje…mmmm, menudo equipaje!! Una caja enorme, con mi bici y las alforjas, hace que los taxistas del aeropuerto se mueran de risa nada mas verme – bueno ¡! Es una manera de empezar el viaje, con risas…, aunque sean a tú costa. Entre risas una pequeña furgoneta me lleva hasta mi hotel, el Blue Moon, que no está en la zona de los hoteles de los guiris, Thamel, pero está muy cerca. Lo bueno que tiene es que es un sitio muy tranquilo, eso sí, un poquito más caro, después de descansar y comer algo me dirijo a la agencia para recoger mi visado. Sin problema, a las 6:00 de la mañana pasarían a recogerme para llevarme al aeropuerto. ¿Por qué tan pronto si el avión no sale hasta las 12:00? Ay Iluso de mí!! Me esperaban 6 horas de comprobaciones de equipaje, de revisión de pasaporte y visado, equipaje de mano etc., presenté el pasaporte hasta en 5 ocasiones, sin haber despegado de Nepal, me revisaron el equipaje de mano hasta en tres ocasiones y para terminar dentro del avión un policía chino con un aparato comprobaba si había radiación atómica en alguna bolsa de la cabina, pa flipar ¡!

Por fin despegamos, el vuelo corto, pero inolvidable, los pasajeros nos agolpábamos en la parte izquierda del avión con nuestras cámaras, Everest, Lotshe, Makalu, toda la cordillera del Himalaya a nuestros pies, después llegaron las llanuras del Tíbet, líneas suaves de color ocre, grandes ríos y un horizonte infinito, salpicado de luces y sombras provocadas por los rayos de sol que se colaban entre las nubes, mágico! Aterrizamos en el Tíbet, y nada más bajarte del avión una gran bandera china te recibe para recordarte que estas en un país invadido, unos cuantos formularios que rellenar mas y por fin ya en el exterior mi contacto en Lhasa me está esperando, - bienvenido,- y me coloca un pañuelo blanco imitación seda made in china, jode ¡!

Ya en el todo terreno dirección Lhasa, con mi ingles de CCC, intento explicarle que me gustaría extender mi visado 15 días más, sólo tenía para la primera quincena, tiempo insuficiente para la ruta, dijo que lo intentaría pero que tenía que esperar 2 días. Ya solo me quedarían 13 días para todo el camino, mierda ¡!! Pasaron los dos días, durante ese tiempo visité Lhasa y conseguí aclimatarme un poco a la altitud, Lhasa se encuentra a 4.300 m! Regresé a la agencia, en ella me dijeron que tenía que esperar dos días mas, mierda ¡! mierda!!. Salí de la agencia cogí mis trastos y me fui a la estación de autobuses, tomé un bus que me dejo 300 km más adelante. En la ciudad de Shigatse comenzó mi viaje, tenía 700 km por delante y los días muy justos para llegar hasta la frontera con Nepal, en Kodari. A las 5:00 de la mañana en penumbra y lloviendo a mares comencé mi viaje con muchas dudas de si iba a terminarlo, el día anterior un alemán me enseño fotos de camiones metidos hasta el eje en barro, todoterrenos volcados, la verdad es que no daba ni un duro por mi…pero ya sabéis ¡!! Uno es optimista por naturaleza, y pensé, la bici se mueve más fácil y lo que no se pueda hacer montado pues lo haremos a pie. Tira ¡!!

Los días pasaban y los km se sucedían, barro, puertos de montaña, llanuras, sol, nubes, lluvia, calor, frio, de todo, y todo revuelto. La ruta bonita, no había tanta circulación como pensaba y los camioneros no eran tan peligrosos como los pintaban, los que tenían peligro, y mucho, eran los conductores de los todoterrenos de turistas, que en más de una ocasión me pasaron rozando, los muy cabrones. Los primeros días iba muy justito de aclimatación, lo que me hizo avanzar muy lentamente. El Yalung-La con sus 4.520 m fue el primer premio de montaña, me supuso mucho esfuerzo debido al barro y a que me toco vadear varios ríos. Una característica común que tienen todos los puertos es que están diseñados para no tener que subir inclinaciones superiores al 8%, lo que hace que sean muy factibles para subirlos en bici, pero tiene un contrapunto, y es que se desarrollan a lo largo de muchos km, ninguno bajaba de los 35 km, lo que hacía que estuvieses a mucha altitud durante mucho tiempo. Estos primeros días pensaba en los puertos de 5.000 m que me quedaban y en las condiciones que los encontraría. Mis dudas si hicieron realidad pocos días después en el Lhakpa-La de 5.200 m, mas de 5 horas para recorrer 33 km, camiones volcados por la cantidad de barro, me tocó vadear 5 ríos, se me echo la noche encima buscando un sitio donde dormir, por fin encontré un campamento de trabajadores de la carretera donde pude poner mi tienda. Fui bastante pardillo dejando las botas fuera de la tienda, por la mañana ya no estaban.
Pero no todo va a ser malo, al día siguiente, en chanclas, llegué a Xegar, pueblo muy famoso por su muralla y su templo. Llegué pronto y el resto del día me lo pasé descansando, arreglando la bici y de turismo, bueno ¡! Y por supuesto buscando algún calzado para continuar viaje. Compré unas botas de loneta muy cutres de color verde militar, no encontré nada mejor, cuando llegué a Nepal la gente no dejaba de mirarme a las botas, se reían…al tiempo me enteré de que son las botas que llevan los maoístas.
Esa tarde conocí a una pareja de madrileños, Ricardo y Belén, pasamos un buen rato probando el té de yak y hablando de lo que nos estaba pareciendo el país…
El té de yak para que os hagáis una idea sabe a mantequilla liquida salada. Hombre!! No es lo peor que he probado pero bueno si no hay mas…

Amaneció un nuevo día, despejado y frio. La luz de la mañana, magica, acompaño mis primeros kilometros hasta el primer punto de control de los militares. Mi vehiculo impulsado por tracción humana se coló en la larga caravana de vehiculos de turistas. Por supuesto poca distancia despues una linea polvorienta me adelantó marcandome el desvio que te llevaba hasta la entrada del parque del Everest. No sabía hasta donde llegaría este día, sabía que distaba unos 116 km hasta el campo base y la distancia y dos puertos por encima de los 5.000 m me hacían dudar si llegaría hoy.
Por fin tras 40 km llegué a la cima del primer collado del día, el Pang-La a 5.150 m. Una subida larguísima desde la entrada del parque, me regala las primeras vistas hacia las grandes cimas del Himalaya, Makalu, Everest, Lotse, Cho-Oyu. Tras varias fotos comencé una vertiginosa bajada por una zona de piedra suelta, una autentica pista de mountain-bike , el segundo pinchazo de toda la ruta me hizo ver como serpentea la carretera hasta el fondo del valle. Con un calor inhumano llegué a Yondza donde conseguí descansar y refrescarme un poco, todavía queda muchas horas de luz y la vista del Everest me animó a continuar, quien sabe si mañana hará buen tiempo? Merece la pena continuar y poder ver la montaña desde más cerca. Pasan las horas y los kilómetros bajo un sol de justicia cada vez se hacen más duros, en el último pueblo habitado me dijeron que me quedan 30 km hasta el campo base, y subir hasta los 4.920 m para poder disfrutar de las mejores vistas del mundo, venga ¡!!!
Ya con las últimas luces y con la montaña de color fuego llegué hasta el monasterio del Rongbuk, - he llegado!!, -estoy debajo del Everest!! No me lo podía creer, la alegría era enorme y el cansancio y el hambre también, llegué con la reserva, y lo que son las cosas la montaña pasó a un segundo plano y tomo una importancia primordial encontrar algo de comer y un sitio donde dormir… instinto? Ya disfrutaría de la montaña mañana.
Pregunté en el albergue, si tenían sitio para dormir…
-No hay sitio en el albergue, si quieres poner la tienda en la hierba 5 yuanes y si quieres dormir dentro del monasterio con los monjes 5 yuanes.
-Mmmmm?. Dentro del monasterio. Por favor
No me lo podía creer, iba a poder dormir dentro del monasterio del Rongbuk con los monjes!! Me acompañó a dentro, a oscuras recorrimos varias salas y subimos varios tramos de escalera, llegamos a una amplia habitación, llena de monjes cenando champa y viendo la TV, una peli de artes marciales china de serie B. Me busque un hueco, deje todo mi equipaje, mientras los monjes me esquivaban porque les tapaba la imagen,
-Perdón, perdón! qué vergüenza!
Me metí dentro del saco y mientras comía unas galletas terminé de ver la película con ellos, je je!
Al día siguiente a las 8:00 AM, me levante, estaban todos en la puerta esperando a que me despertase, para poder desayunar, recogí mis cosas y entre sonrisas me despedí de ellos, sin antes pedirme que le vendiese la bici a uno de ellos.
-No, no, lo siento, la necesito para llegar a Kathmandu.
Día de descanso, desayuno, paseo, hablar con unos, con otros …y lo mas importante cerrar el precio del camión que me llevaría hasta el cruce para subir al Nam-La, un collado a 5.000 m, y de ahí poder bajar a Tingri, este es un atajo para no tener que retroceder 100 km hasta el otro cruce. Lo complicado de esto era encontrar la pista buena. Ya el día que pasé dirección al campo base no la vi, así que era primordial que alguien me la enseñara. El primer precio del camionero 150 yuanes
-Ala ¡!! No, no, eso es mucho.
Al final quedamos en 40 yuanes. Al día siguiente tomaría el camión hasta el cruce. El resto del día lo pasé sacando fotos, paseando y comiendo pancakes.
Llegó el día de partir, la noche había sido muy fría y tenía ganas de ponerme en marcha, pero no, los tibetanos van a otro ritmo, aun tuve que esperar casi hasta el medio día, habíamos pactado el precio pero no la hora de salida, ya veía que ese día no llegaba a Tingri, el problema no era dormir tirado en la carretera, era el agua, ya me había tocado estar justo del liquido elemento y son unas horas muy muy miserables. Por fin cargamos la bici atrás…y muchas más cosas, bombonas de butano, basura, y más gente . Comenzamos el camino, el camión pegaba unos botes de impresión, las bombonas de butano rodando a toda ostia, yo saltándolas cuando venía hacia mi e intentando que no le dieran a la bici, por fin paró, bajamos la bici y me dejaron en medio de la llanura,
-por donde es??
- Por allí, por allí.
- Mierda!! Este cabrón me la está pegando.
Yo solo veía una llanura inmensa rodeada de suaves lomas en la lejanía, y la pista por la que habíamos venido.
Nada! Pues tira por allí, al principio iba como por medio de la llanura, pero de repente empezó como adivinarse un camino, mas adelante un puente, bueno, bueno parece que voy bien, empecé a respirar más tranquilo.
Esta etapa asciende al ya citado Nam-La, un collado que está casi a 5.000 m, fuera de todas las rutas para vehículos, así que como os imagináis prácticamente no me encontré con nadie en todo el día. Atravesé un poblado llamado Zamphuk, donde sólo pude ver unas cuantas cabras y perros, en el collado salude a unos excursionistas desde la lejanía y ya bajando el puerto me cruce con dos pastores en sus caballos, parecía que regresaban de comprar en Tingri. Fueron 70 km por pistas de montaña, me toco vadear un par de ríos, uno de ellos con el agua bastante alta. El resto del día transcurrió por una llanura, dejando a la izquierda en todo momento montañas de mayor altitud, pero que las nubes no me dejaban ver, era toda la zona del macizo del Cho-Oyu.
El echo de llegar por una ruta que no era la principal para entrar en el pueblo de Tingri me regaló la posibilidad de poder ver la otra parte del pueblo menos conocida, la parte del pueblo donde vivían los tibetanos que subsistían como podían. Ya en la calle principal por donde transcurría la carretera que iba hacia la frontera todo cambiaba, hoteles y restaurantes para turistas, todos regentados por chinos, alguna tienda de alimentación donde poder comprar coca-cola, y alguna cosa más solo accesible para los chinos y los turistas. Del otro lado de las casas la realidad era muy distinta. Ese día me cambie dos veces de hotel, el trato era desagradable y los precios abusivos, no iba con ninguna expedición, ni con un viaje organizado, así que no era un turista de primera. Bueno chico que se le va a hacer. Conocí a una expedición española, que iba camino al Cho-Oyu, con el tiempo, en casa me enteré de que tenía algún amigo en común con ellos.
Al día siguiente continué ruta, ya en la carretera principal coincidí con viejos amigos, los dos irlandeses que iban a dedo hasta Nepal, y por su puesto los todoterrenos de turistas y los camiones. En dos días llegaría a la frontera, el visado estaba a punto de expirar y la incertidumbre de si me daría tiempo era grande. No sabía cuántos kilómetros me quedaban y como serían, aun por delante dos puertos de 5.000 m, el Lalung-La y el Thang-La, desde donde podría ver el último de los ochomiles, el Shisa Pagma. Si no llegaba a tiempo, siempre podría decir que una enfermedad me retuvo en algún pueblo. Ese día dormí cerca del collado Lalung-La a 4.700 m, en el pueblo de abajo me aprovisioné de agua, lo que me hizo pasar una buena noche, los alrededores eran como la luna, llanuras muy áridas y ocres, no había ni un alma y el viento soplaba, fue una noche mágica y por supuesto, muy fría!!
El día siguiente fue uno de los mejores de mi vida. A los pocos kilómetros de comenzar empecé a ver el Shisa-Pagma, los kilómetros se sucedían por una llanura a casi 5.000 m, la montañas al fondo y el Shisa a la izquierda , y todo en la soledad más increíble, mágico!! Llegué al último puerto, a partir de ahí comenzaba la que llaman, la bajada más larga del mundo, desde 5.050 m hasta los 1750 m de la frontera, en Kodari. En la cima del collado coincidí con varios todoterrenos de turistas, de dónde vienes? Hasta dónde vas? Todo lo has hecho en bici? Etc., etc., la verdad es que me agradó este encuentro, llevaba varios días sin hablar con nadie, solo con mi diario. Les pedí agua…
-Si!! Como no, ahora te traigo, me dijeron unos italianos.
Al rato vino con un botellín de 20 cl. se me cambió la cara, la verdad es que estábamos en el mismo sitio pero lo estábamos viviendo de maneras muy diferentes. Esperaba que viniesen con una garrafa de 5 litros, y pudiese beber todo lo que necesitara, el valor que tenía para mí el agua era mucho mayor que el que tenía para ellos. Pero de verdad, muchas gracias.
Comencé la gran bajada, los primeros kilómetros los frenos al rojo vivo, pero después comenzó a pegarme el aire de frente, las corrientes calidad de Nepal se mezclaban con las frías del Tíbet, creando una corriente convectiva brutal. Cuesta abajo con el plato pequeño y el piñón más grande y aun así pedaleando como un condenado. Ese día dormí en Nyalam, el paisaje a cambió radicalmente, pasó del ocre al verde y de los valles amplios y suaves, a los valles estrechos y escarpados.
Al día siguiente continué la bajada, ese día llegue a la frontera con Nepal , en Kodari sobre las dos de la tarde. ¿ Cómo puede ser la frontera entre Tíbet y Nepal? Pues sí, alucinante, la cantidad de trapicheo que se veía era increíble, me tomé una coca cola sentado tranquilamente, observando todo lo que pasaba a mi alrededor antes de cruzar. Justo la línea fronteriza esta en el puente de la amistad y constantemente está cruzando gente de un lado a otro con mercancías, menudo ambientazo! Los militares me hicieron cruzar andando con la bici en la mano, cuando llegué al lado nepalí los militares me hicieron pasar deprisa, vamos vamos!! No me pidieron el pasaporte ni nada. Luego más tarde me di cuenta que ni había pagado el visado, ni me habían puesto el sello de entrada en el país ni na!
Dormí en Bharabise, en un hotel de mala muerte. El clima había cambiado totalmente, el calor y la humedad era insoportable. Había pasado, de ver a muy poquita gente durante el día, a estar totalmente rodeado y observado. En este pueblo coincidí con otros dos ciclistas alemanas que venían haciendo la misma ruta que yo, ellos iban hasta el sur de la India, tenían un año, que envidia! Cene un paquete de galletas y una coca cola y a la cama, no había mucho que hacer en este pueblo, mañana llegaría a Kathmandu.
Último día , 90 kilómetros, había que llegar. Los 30 primeros km. muy bonitos, siguiendo el cauce del rio Bhotekosi, viendo a la gente trabajando en su cauce, sacando piedras, que luego los niños con una maza machacaban hasta hacerla grava, eso ya no era tan bonito. Después comenzaba un puerto que te dejaba de Dhulikel. Durísimo, con unas pendientes considerables, muy largo y con mucha circulación, en el coincidí con los alemanas, les pasé, iban muy despacio, días después me enteré que iban enfermos y se quedaron en Dhulikel a recuperarse. Los 30 últimos km. del viaje son puro histerismo, mogollón de vehículos pitando, mucha polución y por fin Kathmandu… si, pero como se llega hasta Boudanath?
No tenía mapa de la capital, gracias a dios que pasé cerca del aeropuerto y pude orientarme. Llegué a Boudanath, el barrio tibetano, entré con la bici y pasee por él durante un rato, mejor final de viaje no podía ser , me saqué una foto delante del templo y tras un rato disfrutando del sitio y echando la mirada atrás de lo que había vivido me marché.
Ese día buscando un hotel en Thamel, me encontré con Ricardo y Belén, con la pareja que había coincidido en el Everest, cenamos juntos esa noche, ellos tomaban el avión al día siguiente, a mi
me quedaban todavía 20 días en Nepal.